Belfast - Béal Feirste

17.03.2014 12:50

La ciudad se despereza en un día que amanece poco nublado. Hace un tiempo aceptable que hará innecesario abrir el paraguas, aunque no llegará a brillar el sol. The Sun, el diario, está doblado sobre la única mesa del Caffe Italia. Solo pasar la primera página ya hay buenas noticias. En la tercera está Samantha, es de Manchester y próximamente aparecerá en algún calendario. El dueño del café sirve diligentemente sus desayunos, todo casero. Sirve al barrendero que envuelto en su chaleco reflectante estaba recogiendo con un pincho pedazos de papel y colillas. Sirve a una secretaria cuarentona que se lleva rauda entre las manos su cappuccino caliente.

Gordon street, aquí donde el café, es una pequeña calle enladrillada por completo. Hay obra vista en las fachadas de la derecha y en las de la izquierda. Los luminosos de las discotecas sugieren la actividad nocturna. De día parecen transformarse en ajetreados almacenes y ocupadas oficinas. Belfast despierta y el rumor del tráfico invade ya sus calles.

Béal Feirste fue una vez el vado arenoso de la boca del rio. Eso significa en gaélico (mouth of the Sandbanks) pero es también una ciudad dinámica en continua transformación. Aparte de ser un tópico es una realidad y la prueba está en su ecléctica arquitectura que ha conservado escasas muestras de su pasado, algunos edificios victorianos y eduardianos, como su magnifico ayuntamiento o la torre del reloj del Albert Memorial, referencia indispensable para orientarse.

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© J.L.Nicolas

 

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