El Ghetto

23.08.2013 17:24

Cerca del puente Guglie, junto a la fondamenta della Pescheria, hay un pequeño soportal que pasa fácilmente desapercibido. Una pequeña placa amarilla, al modo de aquellas que señalan la dirección hacia San Marco o a la Academia, indican la entrada al barrio judío de Venecia. Apenas traspasado el sombrío umbral, hay, a mano izquierda, una pastelería hebrea. Podría decirse que se trata de una dulce bienvenida al Ghetto. Tras el cristal del aparador se alinean Orechiette di Amman, Bisce, Zuccherini, Azime dolci y Strudels de manzana bajo una pálida luz amarillenta que otorga a los dulces un brillo similar al de las capas de yema de huevo que se aplican antes de introducirlas en el horno.

La palabra Ghetto, en el sentido y con la connotación de marginación que posee en la actualidad, proviene del vocablo veneciano Geto, con el que se conocían los hornos de metal que había en la zona. Cómo el Arsenal, las fundiciones de cobre eran una institución militar, administradas por la Casa del Geto y por el Officio del Geto del Rame, y como tales estaban protegidas por muros. Por lo menos catorce de ellas estaban activas en el siglo XV y proveían la aleación necesaria para fabricar cañones, destinados a las campañas en Terraferma de la Serenísima República.

Tras el Edicto de Granada, de 1492, por el que se decretaba la expulsión de los judíos de los Reinos de Castilla y de Aragón,  la guerra de la Liga de Cambrai, librada a principios del siglo XVI entre Francia, los Estados Pontificios y Venecia y el avance turco en el levante mediterráneo, parte de esta población hebrea desplazada recaló en la laguna véneta. Hasta el 29 de marzo de 1516, vivían diseminados, aunque con restricciones, en distintas zonas de la ciudad, pero a partir de esa fecha un decreto les conminó a residir en un área en la que pudieran ser fácilmente aislados y controlados y que únicamente se les permitiría abandonar entre el alba y la puesta de sol. Se propuso el pentágono que habían ocupado anteriormente las fundiciones nuevas, el Ghetto Novo, amurallado y con solo dos accesos posibles. Unos setecientos judíos fueron obligados a mudarse ese año convirtiéndolo en el asentamiento forzado más antiguo. Un siglo después más de cincomil personas se hacinaban dentro de su perímetro. En el Ghetto Novo están los edificios más altos de la ciudad. El Guetto también creció, expandiéndose hacia el suroeste y sureste por las zonas conocidas como Ghetto Vechio, en 1541, y Ghetto Novísimo, en 1633. La antigüedad de las fundiciones no está en correspondencia con la antigüedad de los asentamientos forzados. El aislamiento de los judíos del Guetto se relajó tras la victoria de Napoleón sobre la República Veneciana y acabó definitivamente tras la unificación  de Italia. 

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© J.L.Nicolas