Historia de Dos Ciudades

06.12.2013 17:17

Son dos de las poblaciones más relevantes de Java. Una, Surabaya, es la segunda ciudad del país por sus habitantes, su actividad comercial y por su puerto donde recala la marina indonesa. La otra, Yogyakarta, por la concentración de universidades que la convierte en un imán de estudiantes allí donde, de cuando en cuando, el monte Merapi escupe sus cenizas.

Surabaya se representa con un tiburón que combate a un cocodrilo. Un símbolo recurrente y polisémico. Quizás represente el combate de antiguos reinos, quizás los mongoles, quizás las del reino de Majapahit. O quizás represente la lucha contra los ocupantes japoneses durante la Segunda Guerra Mundial. Quizás el combate de dos héroes míticos llamados Sura y Baya, aunque sura o suro signifique tiburón y buaya cocodrilo. Hay teorías para todos los gustos. El caso es que ya en el siglo XV atrajo la atención del almirante eunuco Zheng He y de su flota. El capitán Blight, describiendo la zona del estrecho de Madura, opinaba que Sourabaya is one of the most pleasant places I ever saw. It is situated on the banks of a river…navigable up to the town for vessels of 100 tons burden. (Surabaya es uno de los lugares más agradables que he visto. Está situado en las orillas de un río... navegable hasta la ciudad para buques de 100 toneladas de carga.) En 1811 John Joseph Stockdale recopiló por primera vez en inglés las noticias que llegaban a Londres desde la lejana isla indonesa en el volumen titulado Island of Java. En el decía que Surabaya is a small town not mentioned in any Geography, although it is an establishment of some importance and very healthy. () The ships destined for the Philippines and for China generally touch Surabaya. (Es una pequeña ciudad que no se menciona en ninguna geografía, a pesar de que es un establecimiento de cierta importancia y muy saludable. () Las embarcaciones destinadas a las Filipinas y China, generalmente recalan en Surabaya.)

Quizás fuera el comercio. El que ejercieron los holandeses durante la época colonial y el que hoy en día ha creado un sinfín de modernos centros comerciales que se alternan con mercadillos callejeros y restaurantes que se montan cada noche sobre las aceras y que desaparecen tras los postres del último comensal.

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© J.L.Nicolas

 

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