Rias Baixas

02.07.2015 12:14

Dicen que Dios creó el universo en siete días. Dicen que al séptimo descansó. También dicen que al ir a descansar apoyó la mano sobre la Tierra, en Galicia. Dicen que fue allí donde dejó la impronta de sus dedos profundamente marcada formando las Rias Baixas. La huella es el mar entrando profundamente, separando las penínsulas de Barbanza, Salnés y Morrazo. También dicen que el pulgar formó el estuario de Corcubión, el tramo de costa que va entre el cabo de Fisterra y la punta de Louro.

Fisterra fue, otrora, el fin del mundo, allí donde el orbe conocido encontraba sus límites. Por esa razón fue alternativa a la conclusión, aunque no de obligado cumplimiento, del Camino de Santiago. Los peregrinos, tras haber visitado el mausoleo del Apóstol, llegaban para quemar sus ropas y darse un baño como símbolos de purificación. Tras recoger la concha de una vieira, prueba del viaje, retornaban a sus hogares. Desde el siglo XIX la luz de su faro indica la posición a los navíos que se acercan a esta esquina gallega, a este recodo coruñés. Desde el faro, dirigiendo la mirada hacia tierra, se intuyen las playas de Quense y de Gures, el cabo de Cee y el monte de Pindo. Más al sur Carnota disputa con la vecina Lira y con Araño el hecho de poseer el hórreo más largo de Galicia. Pero aun a pesar de sus casi treinta y cinco metros de longitud y sus cuarenta y cuatro soportes de pie, queda en tercera posición. Junto al hórreo hay un palomar barroco y la iglesia, también barroca, de Santa Columba.

Punta Carreiro y Louro marcan oficialmente la entrada septentrional de las Rias Baixas, dedo índice y panorámica de la ria de Muros y Noia. Muros es una bonita población asentada entre una colina en desmonte y la rada esquinada. Eso hace que sus calles se encaramen, incluso con escalones para facilitar el ascenso. Algunas tienen nombres sugestivos, como la estrecha rúa da Soidade, calle de la Soledad, o de la Paciencia o la rúa da Luz que desemboca en la iglesia de la Virgen del Carmen. Más cerca del mar está la rúa Real, entre el mercado de abastos y el consistorio, con sus terrazas al sol cuando no es necesario, con permiso de la lluvia, arrimarlas a los soportales. Quedan los santuarios de la Virxe do Camino, medieval, a la salida de la población, y la iglesia parroquial, que fue la Colegiata de Santa María del Campo, a unas escalinatas de distancia sobre el ayuntamiento, con un bonito pórtico cubriendo la entrada, allí donde antaño se reunía el concejo. También queda el recuerdo de sus extraordinarios mejillones y sabrosas zamburiñas.

Las Rias Baixas acaban, por el sur, cerca de donde el castillo de Monterreal guarda la ciudad de Baiona, allí donde llegó la carabela Pinta con la noticia del descubrimiento del Nuevo Mundo. Las diversas islas del Parque Nacional Atlántico cierran las tres rías meridionales. Fue creado en 2002 para salvaguardar su fauna y su flora. Al norte Sálvora y Cortegada, en Arousa; el archipiélago de Ons frente a la de Pontevedra y las famosas Cíes en la boca de la de Vigo, donde el grupo musical Siniestro Total, en su álbum ¿Cuando se come aquí? proponía desembarcar para matar jipis.

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© J.L.Nicolas

 

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