El Faro del Fin del Mundo

29.09.2014 09:13

Estaba pasando las Navidades en Kaitaia, en el norte de la Isla del Norte, cerca de Liquor’s King, una tienda de licores como su nombre indica. Ahí compré una botella de Lindauer Brut, una especie de champaña local para celebrar el 25 de diciembre a solas en el salón del motel, el Kauri Lodge, al sur de la principal vía de la localidad, Commerce street. A veces paseaba arriba y abajo por ella, como solía hacer en otros tiempos en otros lugares. Un sinsentido como otro.

Kaitaia es una población indolente que alberga a cinco mil habitantes en la base de la península de Aupori, atravesada por la carretera 1 entre Auckland y el extremo norte de la isla, Cabo Reinga. Tiene el mérito o la virtud de ser uno de los lugares más cálidos del país. No muy lejos arranca el inicio de Ninety Miles Beach, la playa de las noventa millas. En realidad tiene cincuenta y cinco, lo cual tampoco es despreciable. En alguno de sus tramos, de espaldas al mar, se puede tener la sensación de estar en el centro del Sahara o del desierto del Gobi. Las dunas se mueven desplazando finas cortinas de arena sobre sus aristas, al capricho del viento. Hay carteles del departamento de conservación que advierten a los vehículos sobre el peligro de circular sobre la arena durante las horas previas y posteriores a las mareas. Además de los carteles también quedan semienterrados, asimismo a modo de advertencia, los esqueletos de más de un automóvil que apenas sobresale de la arena.

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© J.L.Nicolas

 

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