Murales del Ulster

28.01.2022 09:30

Belfast sobrevivió a los problemas o los disturbios, como eufemísticamente se conoció el periodo de violencia sectaria entre católicos y protestantes a lo largo de los años sesenta y a las consecuencias del acuerdo de Viernes Santo de 1998, aunque queden secuelas y cicatrices. Cicatrices como los 17 tramos de muro que todavía separan en la actualidad algunos barrios de la ciudad y que cierran puntualmente sus puertas a las seis de la tarde.   

Pero no todas las cicatrices carecen de un cierto encanto. También han quedado los centenares de pinturas murales de contenido político que llenan los laterales de las hileras de casas unifamiliares de los barrios obreros. De un signo y de otro. La costumbre, aunque escasa, era lealista, y data de la década de los años veinte del siglo pasado. A los protestantes unionistas les gustaba recordar la batalla del río Boyne de 1690. Obviamente porque el rey Guillermo III salió triunfante sobre el pretendiente católico Jaime II con el consiguiente control de Irlanda por Inglaterra. Sucedió un 12 de julio, fecha en la que desfilan con sus bandas, bombines y resto de parafernalia orangista, y siempre que es posible, es decir, siempre, atravesando alguna zona católica, con preferencia Garvaghy Road, en Portadown, donde paralelamente a la costumbre protestante de desfilar se añade la tradición católica de apedrear a quienes desfilan. Tradiciones. King Billy, como le denominan cariñosamente, luce a menudo su figura ecuestre en los muros protestantes norirlandeses. Es un tema recurrente que ha llegado a figurar empuñando una pistola apuntando a una lápida.

Curiosamente, no fue el inicio de los disturbios en los años sesenta el hecho que alimentara la elaboración de pinturas murales. De hecho, los nacionalistas católicos no tenían ni la tradición ni la costumbre. Fue la huelga de hambre iniciada a finales de los años setenta la que marcó el despegue de las pintadas. Un grupo de convictos republicanos se rebeló contra la retirada, por parte del Gobierno Británico, de la categoría especial para los presos políticos, negándose a vestir el uniforme carcelario que los equiparaba a delincuentes comunes. En 1981, diez presos, entre los que figuraba Bobby Sands, quien había sido elegido parlamentario durante la huelga, murieron en la prisión de Maze. Los murales de apoyo a los huelguistas se multiplicaron aquella primavera y verano y aparecieron los que apoyaban al Ejército Republicano Irlandés (IRA). Estos mostraban a milicianos enfundados en sus uniformes, enmascarados con pasamontañas y exhibiendo sus armas automáticas. La respuesta lealista consistió en la proliferación de murales parecidos, quizás tan parecidos que tan solo se diferenciaban por las siglas y la simbología que las acompañaban, no en los pasamontañas. Union Jacks, banderas con la cruz y la mano roja del Ulster y la estrella de seis puntas en representación de los seis condados florecieron en los barrios obreros de Belfast, como en el pequeño Londres, entre Shankill Parade y Hopewell Crescent.

En ambos bandos se mitificaba la causa y a las organizaciones paramilitares: Provisional Irish Republican Army y otras variantes republicanas y las unionistas Ulster Freedom Fighters, Ulster Volunteer Force, Loyalist Volunteer Force. También se glosaba a sus militantes caídos por la causa, fuera una u otra. Al principio las pintadas no eran demasiado longevas, ya que eran a menudo reutilizadas por sus autores en función de la difusión de nuevos mensajes o a causa de la visibilidad del muro en cuestión. También porque los adversarios o las fuerzas de seguridad manchaban con bolsas de pintura los murales. Esto probaba que eran efectivos y que el mensaje era molesto. Un aliciente para rehacerlos.

En Derry, uno de los primeros murales republicanos, aunque no excesivamente pictórico en absoluto, se limitaba a señalar el territorio: You are now entering Free Derry, en Lecky Road, marcando la entrada al barrio católico de Bogside, a los pies de la ciudad amurallada. Al poco este sería respondido en Belfast con un escueto You are now entering Loyalist Sandy Row, una barriada unionista. En el Bogside de Derry se han conservado algunos de los murales más representativos del período, también es cierto que son algunos de los más elaborados y pertenecen al grupo que se ha denominado con el tiempo The Bogside Artists. Desde el castillo, sobre el adarve de la muralla, ya se aprecia el dedicado a la activista Bernadette Devlin dirigiéndose a los manifestantes con un altavoz en lo que se llamó la Batalla del Bogside. Devlin fue condenada a seis meses de prisión. A pocos pasos está el mural dedicado a un lanzador de cócteles Molotov durante los disturbios de 1969 en los que la policía del Ulster intentó desmantelar las barricadas levantadas en los accesos al barrio. Y el dedicado a Annette McGavigan, muerta por una bala que salió de las posiciones del ejército británico el 6 de septiembre de 1971, cuando tenía catorce años. Este se tituló Muerte de la Inocencia. No pueden faltar los dedicados al 30 de enero de 1972, el Bloody Sunday, Domingo Sangriento, en el que murieron trece personas por disparos del ejército durante una marcha en favor de los derechos civiles, seis alrededor de la barricada de Rossville Street.

El 31 de agosto de 1994 el IRA declaró un cese completo de las acciones armadas, y el Viernes Santo de 1998 se firmaron los acuerdos de paz, aunque lamentablemente aun tuvieron que morir más civiles. El desmantelamiento definitivo de los arsenales no se produciría hasta julio de 2005. La temática de las pinturas murales integró discursos de transición que hacían referencias al proceso de paz y al esfuerzo por la pacificación y la tolerancia. Más recientemente la no violencia y la participación se está convirtiendo en un motivo cada vez más popular, como en el del Lower Shankill en Belfast que reza: Nothing about us without us is for us... (Nada sobre nosotros sin nosotros es para nosotros...) elaborado con centenares de fotografías que intentan generar imágenes positivas como parte del programa de rediseño de las comunidades del Arts Council of Northern Ireland.

Los años de los disturbios han dejado tras de sí alrededor de dos mil pinturas murales que se han acabado convirtiendo, para quienes visitan Irlanda del Norte, en un atractivo a través del que es posible leer su historia reciente. Muy reciente.

© J.L.Nicolas

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