Nizioleti de Venecia

13.08.2021 10:16

Ser cartero en Venecia, por lo menos cartero bisoño, no debe ser tarea fácil. Las calles, al margen de repetir con una cierta asiduidad los nombres, no tienen una numeración correlativa. Esta corresponde, poco más o menos,  al orden de construcción de los edificios y se comparte, con el mismo esquema, en cada sestiere –barrio- de la ciudad. No sorprende, tras haber visto el número 500, girar una esquina y encontrarse en el 2000. O que justo enfrente de ese 500 se halle un 700 en la fachada opuesta en una calle que no tiene más de quince portales. Por ejemplo, el número 1918 existe en la calle del Pignater, en la Fondamenta de la Tana, en la corte Bollani o en el Campo San Fantin, en sestieri distintos.

Al  margen de la tipología de las vías urbanas sus nombres están relacionados a las actividades que en ellas se desarrollaron: forner, pistor..., a los nobles o familias que las habitaron o a las iglesias o parroquias cercanas y a las poblaciones foráneas que las ocuparon: albanesi, armeni, schiavoni, tedeschi. Es posible contar 31 calles llamadas del Forno, 16 calles del Preti y otras tantas del Magazen, 15 calles del Mezzo, 13 cortes Nova, 7 puentes Storto – torcido - y más campos, campiellos y calles de la Madonna, del Cristo o del Frari, del Remer, de Tagiapera...

Para ayudar, de algún modo, a orientar al neófito en el laberinto, cada calle, campo o puente, tiene indicado su nombre. La peculiaridad en Venecia es que estos están pintados a mano sobre un fondo blanco enmarcado en un trazo negro. Son los nizioleti, pequeña sábana en dialecto veneciano, que decoran por doquier cada esquina del paisaje urbano. La mayoría indican tan sólo el nombre del lugar, pero también existen los que muestran el inicio o fin del término de un sestiere, de una parroquia, o los que señalan una dirección.  

La toponomástica veneciana es ciertamente un poco compleja y proviene del propio desarrollo  de la ciudad a lo largo de los tiempos, de la construcción de puentes y embarcaderos, a la evolución de calles y campos mientras se construían nuevas edificaciones. Tras el año 1050 la ciudad se dividió en distritos que correspondían a los nombres de cada parroquia, nombres que se conservan todavía y que sobrevivieron al edicto napoleónico de 1806.

De la Edad Media provienen la mayoría de denominaciones de elementos urbanísticos: calle, proveniente del latín callis  – vereda o sendero- , en lugar de la palabra italiana strada, estas son generalmente largas y estrechas; las fondamenta son las aceras que discurren paralelas a los canales y emplean campo o campiello por plaza o plazuela, con la excepción de Piazza, utilizada exclusivamente para la de San Marco; solamente son Piazzetta las que están junto a la Basílica, Piazzale es utilizado en exclusiva para el de Roma, único punto del casco antiguo de la ciudad accesible en vehículo de cuatro ruedas.  En lo concerniente a las calles la variedad de especificaciones es considerable. Existen dos Vias, que se podrían entender cómo avenidas, peatonales por supuesto, Via Garibaldi, en el popular sestiere de Castello y la comercial Via XXII de Marzo en San Marco. Hay una Strada, denominación atípica en Venecia, más estrecha que las vías y más ancha que las calles, la Strada Nova que une Santi Apostoli con Santa Fosca, abierta en el siglo XIX. La Lista de Spagna, tramo de calle cercano al palacio de un embajador en el que estaba vigente la inmunidad diplomática, cercana a la estación de tren y dónde despachó en su momento la embajada de los Reyes Católicos. Ruga i rughetta provienen del francés rue e indicaban las calles flanqueadas de negocios, datan de cuando la ciudad estaba todavía escasamente habitada y eran raras las calles tal cómo las concebimos hoy en día. Salizada distinguía antiguamente una calle que estaba adoquinada de las que no, que era lo más habitual. Rio Terá o Piscina identifican antiguos canales que fueron cubiertos y que actualmente son calles o plazas. Un Ramo es una derivación de una calle que generalmente conduce a un canal. Riva corresponde genéricamente a un lugar habilitado para poder embarcar y desembarcar, sin embargo se da este nombre a las que son más anchas cómo la Riva de Carbon, la Riva del Vin o la Riva del Ferro, cerca de Rialto, o a las de Schiavoni y Sette Martiri en el Bacino di San Marco. Aún quedan las corte, patios internos de un grupo de viviendas con una sola vía de acceso, núcleo de la vida vecinal y los sottoportego, túneles o pasajes cubiertos que conducen a una corte o a otra calle.

Venecia es un mundo en el que no solamente es posible perderse entre su maraña de calles y callejuelas, campi y salizadas, fondamentas y puentes, sino que también es posible perderse en la ensoñación que proporcionan sus nombres y las historias y leyendas que se les atribuyen. Entre otras historias ciertas, la del Ponte dei Pugni, puente de los puños, en Dorsoduro, no muy lejano al campo de Santa Marghereta y junto al de San Barnabá. Su nombre se debe a los encuentros  que se celebraban entre los Nicolotti, habitantes del entorno de la parroquia de San Nicolò dei Mendicoli i los Castellani, del sestiere de Castello, sede de la antigua catedral de San Pietro. Su rivalidad se resolvía cada año entre septiembre y Navidad sobre el puente, en esa época sin barandillas. Los contendientes se situaban a cada lado de los accesos sobre un trozo de piedra de Istria que representa una planta de pie, punto de partida del enfrentamiento a garrotazos y golpes de puño en un intento de arrebatar al bando contrario la plataforma central. Muchos de ellos acababan en el canal, el numeroso público se entregaba a apostar por un bando u otro... hasta 1705, año en que fueron prohibidos a causa de las muertes producidas durante un encuentro particularmente duro en el que además de puños también se esgrimieron cuchillos. Pintores cómo los paisajistas del settecento Antonio Stom y Joseph Heintz el Joven dejaron constancia del evento en sus óleos.

O la de la fondamenta delle Carampane y el ponte delle Tette. En el barrio de San Polo se ubicaba el domicilio de la familia Trapani, de donde proviene el nombre de Carampane - ca’ Rampani -, allí se estableció posteriormente una comunidad de cortesanas que para publicitar su negocio exhibían sus bienes mostrándose en la ventanas al final de la fondamenta, junto al puente que hoy se conoce justamente como ponte delle Tette.

Por supuesto tampoco faltan nombres basados en historias generadas por la imaginería popular, leyendas y mitos... pero, cómo generalmente se dice... esa es otra historia.

© J.L.Nicolas

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