Las Siete Ciudades de Delhi

01.06.2018 09:28

En las orillas del rio Yamuna, afluente del sagrado Ganges, a medio camino entre las arenas de los desiertos del Rajastán y las estribaciones del techo del mundo, el Himalaya, se ha levantado una vez tras otra una de las ciudades más populosas de la India y del mundo: Delhi.

En el segundo libro del Mahabharata, el Sabha Parva, se relata como los cinco hermanos de la dinastía Pandava fundaron, unos mil cuatrocientos años antes de nuestra era, una gran ciudad desde la que dominaron su reino. La llamaron Indraprashta. Abandonada por el último rey de su estirpe, Yudhisthira, de ella no han quedado rastros siquiera para los arqueólogos.

La primera de las ciudades medievales fue construida en torno a principios del siglo VIII bajo el reinado del clan rajput de los Tomara, quienes protegieron el nuevo asentamiento con una fortaleza, Lalkot. En el siglo XII un nuevo clan rajput proveniente de Ajmer ocupó la población. Uno de sus reyes, Prithviraja Chauhan III extendió el área urbana hacia el sur ampliando el perímetro de las murallas y renombrando la urbe. Ahora se llamaba Qila Rai Pithora.

Aun en el siglo XII, en 1193, una nueva oleada invasora introdujo nuevas costumbres y creencias. Estos llegaron de Ghor, en el Hindu Kush. Con el turcomano Mohammed Ghori llegó el Islam. Ghori dejó en el lugar a uno de sus principales lugartenientes, Qutb-ud Din Aybak, quien a la muerte de su mentor se convertiría en el primer mandatario del nuevo Sultanato de Delhi, iniciando la dinastía mameluca en la ciudad.

Su legado más remarcable es el conocido hoy como complejo Qutub, allí donde estuvo la gran mezquita Quwwat-ul-Islam, el poder del Islam, erigida sobre antiguos templos hinduistas. Tenía un patio de unas dimensiones respetables, claustros y una gran sala de oraciones con una gran portalada de arcos, algunos de los cuales aun se conservan. Junto a la mezquita se erigió, para conmemorar la victoria y para llamar a la oración, el Qutub Minar, el minarete más alto del mundo islámico con sus setenta y tres metros de altura. Imita, aunque superándolo, al de Djam, en Afganistán. Cada piso está delimitado por un balcón decorado con interminables arabescos. Sobre cada uno de los tres primeros, recubiertos de gres rojo y acanalado, se reproducen, grabados, suras del Corán. En el antiguo patio de la mezquita hay un enorme pilar de hierro de poco más de siete metros y seis toneladas mucho más antiguo que todo el conjunto, data del siglo IV y fue levantado por orden de Chandra Gupta. Otra inscripción añade que la ciudad, Delhi, fue reconstruida por Ang Pal hacia el año 1052. La columna carece de marcas de óxido, tampoco presenta señales de corrosión, lo cual hizo sospechar que no se trataba de hierro sinó de alguna aleación, sin embargo los análisis realizados han demostrado que se trata de mineral de una pureza extraordinaria.

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© J.L.Nicolas

 

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