Los Balnearios Modernistas de Caldas

20.12.2019 14:03

Ya en época romana las aguas termales invitaron a la formación de un núcleo poblado, Aqvae Calidae, en torno al cual se desarrolló la localidad, hoy Caldas de Malavella. Sus aguas se siguen explotando, tanto para tratamientos como en el embotellado. Entre finales del siglo XIX y principios del XX atrajo la atención de familias acomodadas que construyeron aquí sus segundas residencias siguiendo las corrientes arquitectónicas de la época: el modernismo.

El escritor ampurdanés Josep Pla escribía sobre Caldas: “situada al centre d’aquest país, té la consideración d’ésser la població que produeix les aigües minerals de més anomenada i de més vasta acceptació”. ("Situada en el centro de este país, tiene la consideración de ser la población que produce las aguas minerales de más renombre y de más vasta aceptación").

Tres núcleos agrupan los manantiales de aguas termales, son las fuentes del Puig de les Ànimes, el Turó de Sant Grau y el Puig de les Moleres. El agua mana a una temperatura de entre 56 y 60 grados y sus propiedades terapéuticas ya eran reconocidas en época romana. Fue entonces, alrededor del año 50, cuando en el promontorio del Puig de Sant Grau, se edificaron unas instalaciones termales, de hecho, sobre otras anteriores. La población figura en la Tabula Peutingeriana, que muestra el itinerario de las calzadas romanas, como la mansio de Aqva Voconis, y también en los Vasos Apolinares o de Vicarello, en estos como Aqvis Vocontis.

El balneario romano se conserva en unas condiciones bastante buenas, particularmente la natatio, la piscina central de 7,9 por 6,65 metros que es el elemento central. La natatio estaba rodeada por un pasillo porticado donde el ala sur disponía de cinco pequeños habitáculos y las alas este y oeste, prácticamente simétricas, tenían tres habitaciones. La sala central del ala levantina era una estancia sacralizada, donde llegaba el agua del manantial que se vertía a la piscina, sus paredes, encaladas, estaban decoradas con murales polícromos y un pequeño altar. Sobre el siglo II se hicieron reformas en la instalación que siguió en uso hasta la edad media, cuando la zona fue amurallada. De estas defensas todavía queda algún fragmento y tres torres circulares. En el mismo promontorio se levantó una pequeña ermita de origen románico, completamente reconstruida en el siglo XIX, es la Ermita de Sant Grau.

Entre finales del siglo XIX y principios del XX se pusieron de moda los tratamientos termales y el uso terapéutico de estas aguas. En Caldas de Malavella se construyeron dos establecimientos para alojar a la nueva clientela mientras se intuía el futuro del embotellamiento de las aguas. Nacieron los baños Prats y Vichy Catalán y la familia Pla y Deniel fundaron en 1870 la planta embotelladora San Narciso, diez años más tarde, en 1880, el agua del manantial del Fetge se comercializaba con el nombre de Agua del Puig de las Animas que a partir de 1891 se convertiría en Vichy Catalán. Aun a finales del siglo XIX se construyó la planta de Agua Imperial, en el Puig de Sant Grau, vinculada al industrial Pau Estapé. 

El Balneario Prats fue creado por la familia del mismo nombre en el centro de la población. Hacia 1840 se empezó a canalizar el agua de la fuente de la Mina y se levantó el establecimiento llamado Baños Prats, que, por entonces tenía unos cuatrocientos clientes al año. En 1900 se construyó un gran edificio de tres plantas de volúmenes simétricos con una abundante decoración de inspiración neoclásica en la fachada que sería remodelado doce años más tarde, en 1912, cuando se incorporó la monumental puerta modernista de la entrada. El Balneario Vichy Catalán, promovido por el doctor Modest Furest Roca, abrió sus puertas en 1898, cuando ya hacía quince años que embotellaba el agua. El edificio fue concebido por el arquitecto Gaietà Buigas i Monravà, artífice del monumento a Colón en Barcelona, la construcción, modernista, tiene numerosos elementos arabizantes como los arcos de herradura de la planta baja y un par de réplicas de la fuente de los leones de la Alhambra.

Los balnearios atrajeron a veraneantes, ya no solamente para tratamientos sino para hacer un uso lúdico de los baños. La mejora de las comunicaciones facilitó el flujo de visitantes, que inicialmente ocupaban fondas, pensiones o alquilaban estancias particulares. Las familias más acomodadas construyeron sus propias casas, que, del mismo modo que las instalaciones termales, siguieron la línea arquitectónica más en boga en aquellos días: el modernismo. La población conserva el conjunto de este estilo más importante de la comarca. En las afueras se urbanizaron las ramblas de Recolons y d’en Rufí, flanqueadas por plátanos de sombra, la primera a instancias del industrial Bartomeu Recolons i Puiggròs. En esta se encuentran la Torre de Can Sala, una casa de veraneo monumental y ecléctica, con torres coronadas por una balaustrada en las esquinas y rodeada de un jardín cercado, y Villa Rosario, ésta con decoraciones cerámicas y un destacado estilo arabizante, con arcos de herradura en la planta baja y en los ventanales. Esta también era conocida como la Torre de los Alemanes, ya que fue encargada por un médico berlinés llamado Otto Streitberger, quien dedicó el nombre de la finca a su esposa andaluza, Rosario Pequeño. Fue construida entre 1914 y 1928 y en ella intervinieron los arquitectos Ramon Vinyals i Guitart y Joan Vinyals i Solà. En la Rambla de Recolons se pueden ver, en el número 37, el conjunto de la Colonia Rodríguez, un grupo de cuatro casas adosadas con ventanas y cornisas simétricas, pintadas en distintas tonalidades; la Casa del Bell-Estar, en el 54, es una casa de veraneo con una disposición que destaca la verticalidad y, una junto a la otra, la Casa Mas Ros y el Xalet d’Antoni Mas, ambas modernistas, la primera con una sobresaliente tribuna poligonal en la esquina, en ella vivió el compositor Francesc Mas Ros. Hay otras casas modernistas más céntricas, cercanas a la plaza de Sant Esteve y al Balneario Prats; en la misma plaza la Casa Pla i Deniel, de estilo ecléctico pero de líneas más bien neoclasicistas i, junto a esta, la Casa Jardín Pla i Deniel, donde destaca una torre coronada por una pirámide de hierro forjado que recuerda una versión reducida de la Torre Eiffel; y, en la avenida del Doctor Furest i Roca las casas Matheu, Manegat y de las Punxes, la primera fue propiedad del editor y poeta Francesc Matheu i Fornells, su fachada, asimétrica y desigual, combina elementos neogóticos; la segunda tiene un frondoso jardín que apenas permite ver la fachada de la casa, una mezcla neo mozárabe y modernista de dos plantas y, la tercera, coronada con unas ostensibles puntas de forja, de 1949, fue la última construida en estilo modernista. Hay algunas más en el núcleo urbano, la Casa Quintana, la Perxachs, la Motlló, la Casa Rosa, también llamada Casa Estapé o Casa Dieta Levi, próxima a las viejas termas romanas, es de finales del XIX. Se trata de un imponente edificio de dos cuerpos diferenciados decorado con frisos de cerámica y con un ventanal geminado, que, actualmente, es un hogar de jubilados. La puerta tiene forma de as de picas y la fachada complementos decorativos de hierro forjado. El nombre, Casa Rosa, lo debe al color de su fachada.      

Durante la Guerra Civil y, posteriormente, durante la Segunda Guerra Mundial, los balnearios, y también algunas casas particulares de veraneo, se convirtieron en hospitales militares y centros de acogida de refugiados, el de Vichy Catalán fue la Clínica Militar número 2 del distrito de Gerona, cuando llegaron desplazados del norte de la península y del frente de Aragón. En 1944 acogieron a más de un millar de marineros italianos y militares y agentes alemanes huidos de la derrota del Reich y protegidos por el régimen franquista.

© J.L.Nicolas

 

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