Los Señores de las Islas

11.02.2013 19:22
Desde la costa de Irlanda del Norte se vislumbra con claridad el otro costado del North Channel, el perfil abrupto de otras tierras. Si no fuera por la temperatura de las aguas incluso se tendría la certeza de poder alcanzarlo a nado. Es la península de Kintyre, la isla de Mull, y otras costas escocesas. Poco más al norte, desde White Park Bay también se aprecia, un poco más a lo lejos, el contorno de Islay y su Mull of Oa, los Paps de Jura y en medio Rathlin Island.

Antes de que por tierra se abriera la carretera que costea Antrim, el acceso a los nueve valles del condado era más fácil por mar. No es de extrañar que en otros tiempos las relaciones se proyectaran hacia la otra costa del estrecho antes que hacia el interior de Irlanda. Así a finales del siglo V ya existía una entidad autónoma que fue conocida por el nombre de Dál Riata o Dalriada. Esta se extendió por el actual condado de Antrim, y también por Argyll, Galloway y las islas de la costa occidental escocesa, las Hébridas Interiores. Roma no había ocupado durante su dominio de Brittania ninguno de estos territorios. En Caledonia habitaban tribus pictas y del norte de Irlanda llegaron gentes de la estirpe Scoti o Scotts que al fusionarse con los pictos acabarían formando el reino de Alba, la futura Escocia.

 Según una versión mas o menos mitológica recogida en el Duan Albanach, la Canción de los Escoceses, fueron los tres hijos de Erc, Fergus Mór, Loarn mac Eirc y Óengus quienes conquistaron las costas de Alba hacia el año 500. La versión del monje Bede, en la Historia Ecclesiastica Gentis Anglorum del 731, menciona a un tal Reuda quien se asentó en esas costas dando nombre al futuro reino. Dál, en gaélico, significa trozo o porción de terreno. Las sagas, genealogías y el censo de los reinos se registraron en el siglo X en el Senchus fer nAlban, la Historia de los Hombres de Escocia.

Las migraciones que llegaron del Norte de Irlanda llevaron consigo el cristianismo, la escritura y el idioma. Ligeros currachs, embarcaciones semejantes a la que llevó a San Brandan a la Tierra de Promisión, navegaban fluidamente entre las islas y las costas de ambos lados del estrecho. Con el cristianismo se desarrollaron centros de culto como el de la isla de Iona, fundado por San Columba y donde fueron enterrados numerosos reyes de Dál Riata. Aquí se combinarían estilos provenientes del Mediterráneo con otros insulares, anglosajones y pictos para producir los extraordinarios manuscritos ilustrados de los evangelios. Se cree que el Libro de Kells se empezó a escribir aquí antes de ser llevado a Irlanda ante el acoso de las expediciones vikingas.


 

© J.L.Nicolas

 

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