Antígona

23.10.2019 19:34

La tragedia clásica de Sófocles dio nombre a un barrio de nueva creación al este del casco antiguo de Montpellier. Una reinterpretación del clasicismo arquitectónico surgido a finales de los años setenta del estudio del arquitecto catalán Ricard Bofill.

Según la mitología griega Antígona fue condenada a muerte por desobedecer a Creonte, rey de Tebas, al dar honores fúnebres al cuerpo de su hermano, Polinices. Antígona sufrió las consecuencias de pertenecer a una familia poco ortodoxa, con un padre, Edipo, que había concebido cuatro hijos con su propia madre, Yocasta, hermana a su vez de Creonte. Sus dos hermanos, Polinices y Eteocles se enfrentaron por el trono de Tebas, dando origen a otra tragedia recogida por Esquilo en La Guerra de los Siete Caudillos. La de Antígona fue escrita en la antigüedad por Sófocles y también por Eurípides y representada ya en el siglo V a.C. Una obra que sería reinterpretada en numerosas ocasiones en la literatura, el teatro y la ópera a través de las adaptaciones personales de Jean Cocteau, Margarite Yourcenar, Salvador Espriu, Bertolt Brecht, Schubert, Gluck o Carl Off, entre otros.

La influencia de la mitología helena alcanza a la arquitectura. En la segunda estrofa de los coros, en la obra de Sófocles, se habla del “impulso de habitar ciudades y a huir de la intemperie desapacible bajo los dardos de la nieve y de la lluvia”. Antígona es también el nombre que se eligió para el gran proyecto urbanístico del estudio de Ricard Bofill para urbanizar por completo una extensa área al este del Écusson de Montpellier, no en vano se reinterpretaron las líneas de la arquitectura clásica en un estilo que se podría calificar de neo-neoclasicismo integrado en la línea postmoderna del taller de Bofill.  

En 1978 el ayuntamiento, dirigido por el entonces alcalde socialista George Frêche, aprobó el desarrollo del proyecto urbanístico para las treinta y seis hectáreas de terreno que habían pertenecido al polígono de tiro de los cuarteles de la ciudadela y que conectaban el casco antiguo con el rio Lez. Se proyectó un conjunto de viviendas y equipamientos articulados a lo largo de un eje de casi un quilómetro de longitud en el que se suceden cinco grandes espacios cerrados al tráfico rodado, para este se planificaron zonas de aparcamiento. Visto desde el aire, el conjunto de edificios recuerda a una llave de dimensiones desproporcionadas que concluye, al este, en un anfiteatro abierto. La puesta en marcha de la línea 1 del tranvía facilitó la conectividad del nuevo barrio que no acabó de tomar forma definitiva hasta el cambio de milenio, cuando concluyeron las obras de los mayores equipamientos: la Piscina Olímpica, la Mediateca Central Émile Zola y el Hôtel de la Région, sede del gobierno regional. Los apartamentos se repartieron entre la Place du Nombre d’Or, donde se construyeron 288, 350 en el Port Juvenal, un centenar en Le Parnasse y Le Capitol además de oficinas en Les Echelles de la Ville, la Tour Europe, además de un hotel.

La decoración de Antígona se complementa con estatuas de inspiración clásica. Junto a la salida del Polygone se han instalado dos réplicas de las estatuas griegas de los siglos V y III a.C. del Discóbolo y del Apollon de Belvedere, cuyos originales – en realidad copias de época romana - se encuentran en los Museos Vaticanos; en la plaza de Zeus se encuentra la Diana de Versalles, copia de la Artemisa cazadora que se exhibe en el Museo del Louvre, en París, donde también está el original de la Victoria de Samotracia de la explanada de Europa. 

Asimismo el nomenclátor de las calles adyacentes se ha contagiado del espíritu helenístico con las vías dedicadas a Atenas, al Epiro, a Tebas, las plazas de Maratón y Acadia, la avenida del Pireo y los muelles de Cítera.

© J.L.Nicolas

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