Oporto, la Ciudad del Norte

19.07.2018 11:14

A orillas del Duero, antes de desembocar en el Atlántico, dicen que llegó uno de los argonautas de Jasón para fundar una ciudad en la que griegos o romanos introducirían el cultivo de la vid. Apenas dominada por los árabes pronto se estableció un condado llamado Portucale que se acabó conociendo simplemente como el puerto, Oporto.

Así como la leyenda atribuye a Ulises la fundación de Lisboa, para Oporto eligió a Calais, uno entre la cincuentena de los argonautas de Jasón que partieron hacia la Cólquida en busca del vellocino de oro. Hijo de Bóreas y Oritía, dicen que Calais murió, junto a su mellizo Zetes, en el viaje de regreso, víctima de las Arpías. Otra versión asegura que fue Hércules quien lo ultimó, en venganza por ser abandonado en Misia. Y aun otra versión lo sitúa más allá del Estrecho, desembarcando en la boca del Duero. También se especula que el nombre, Cale, tiene su origen en las tribus celtas que habitaban el lugar o que proviene de la voz griega καλός, bello, para formar el topónimo que emplearon los romanos: Portucale. Portucale tuvo dos núcleos, uno en cada orilla del rio: Portucale Castrum Antiquum que hoy es Vilanova de Gaia y Portucale Castrum Novum en el margen derecho del rio, hoy la propia Oporto. 

La invasión musulmana de la península puso la ciudad bajo el dominio de los Omeyas quienes la retuvieron a lo largo de un siglo y medio. En el año 868 el Reino de León ocupó la zona de la mano de Vímara Peres estableciendo el Condado Portucalense entre los ríos Miño y Duero. En 1095 Alfonso VI de León ofreció el territorio en feudo a su hija Teresa, esposa de Enrique de Borgoña. El hijo de ambos, Afonso Henriques, se convertiría en el primer monarca portugués.

El pasado, y el presente de Oporto, se otea en forma de panorámica desde la Torre de los Clérigos, una joya del barroco en la ciudad, obra del toscano Niccolò Masoni concluida en 1763 en el entonces llamado Cerro de los Ahorcados que también era conocido como el Campo das Malvas. Llegar hasta el campanario es un reto para los pulmones en forma de doscientos cuarenta escalones que llevan a setenta y cinco metros del suelo. La doctora Katia Andrade la describe en el Poemário do Porto como “Altiva e digna, / É o exlibris / Da cidade do Porto”. (“Altiva y digna, / es el exlibris / de la ciudad de Oporto”). La iglesia es la que fundó la hermandad de los Clérigos Pobres, una fusión de tres hermandades que se produjo en 1707 y que se encargó también del edificio del hospital que separa al templo de la torre.

El corazón de la Baixa, por lo menos el administrativo, está en la avenida Aliados y en la plaza da Liberdade donde se encuentra el Paço do Conseilho, el ayuntamiento, y numerosos edificios de oficinas con un cierto aire francés. En el centro hay una estatua ecuestre del rey Pedro IV, primer emperador de Brasil y frente al consistorio otra del poeta Almeida Garrett, hijo de la ciudad. Otra plaza destacada es la de Batalha de la que dicen que debe su nombre a que en este lugar se enfrentaron cristianos y musulmanes, estos últimos dirigidos por Almanzor. En la parte más baja de la plaza hay una estatua del escultor Texeira Lopes instalada en 1866 que representa a Pedro V, a un lado el Teatro Nacional São João que abrió por primera vez en 1798 y enfrente hace esquina un edificio tapiado que por la forma parece que albergó a unos grandes almacenes comerciales que debieron ver sus días de gloria entre las décadas de 1950 y 1970, un par de cafés y tres hoteles completan el espacio en forma de L que cierra la iglesia de San Ildefonso con su rica fachada alicatada.

Justo aquí arranca la calle de Santa Catarina, donde se concentran las tiendas de moda en un tramo que se ha cerrado al tráfico. En la esquina con la rua 31 de Janeiro, que desciende vertiginosamente hacia la iglesia de los Clérigos, se conserva la decoración modernista de la antigua joyería de Reis & Filhos, un poco más allá la cafetería Majestic sirve sus desayunos y aperitivos desde 1921 cuando abrió con el nombre de Café Elite. La decoración modernista fue testigo de tertulias y de reuniones de intelectuales de la ciudad. El periódico Ilustração Portugueza se hizo eco de la inauguración con una crónica de André de Moura: “Acaba de dar-se entre nós o exemplo do que deva ser un café. Trata-se do novo estabelecimiento desta clase, que vem de inaugurar-se num dos grandes puntos centrais do Porto, à entrada da Rua da Santa Catarina. É um dos mais noblemente sumptuosos que conhecemos, pelo que se justifica bem o seu título: Majestic”. (“Acaba de darse entre nosotros el ejemplo de lo que debe ser un café. Se trata del nuevo establecimiento de esta clase, que viene de inaugurarse en uno de los grandes puntos centrales de Oporto, a la entrada de la Rua da Santa Catarina. Es uno de los más noblemente suntuosos que conocemos, por lo que se justifica bien su título: Majestic”).

Oporto acaba, o empieza, en el Atlántico, allí donde desemboca el Duero. Allí donde tiene sus playas, en Matosinhos, en Foz que antaño estuvieron vigiladas por las fortalezas de São Francisco Xavier, más conocido como el Castelo do Queijo, por la forma de la formación rocosa sobre la que fue construido, o el Castelo do Foz o Forte de São João Batista. Junto a este último alumbraron la boca del rio un par de faros, el de Felgueiras y el Farol de São Miguel-o-Anjo, actualmente sustituidos por nuevas señales en la Barra del Duero.

© J.L.Nicolas

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